Periódico 4º. Poder
“Que
se mueran los feos, que se mueran los feos.
Que
no quede ninguno, ninguno, ninguno, ninguno de feos
Pues
les quitan las chicas, que tienen mucha vista
Nadie
sabe que tienen un arte especial para las conquistas
Yo,
yo, yo soy muy feo Y la estética por mucho que avance no me salvará”.
Así
dice una vieja, muy vieja canción y ahora, no se están muriendo los feos, sino
los tontos. Los que creen que el Covid-19 es mentira, inexistente, inocuo; los
que no se han guardado en sus casas; los que han relajado la movilidad y salen
a la calle a buscar cerveza; los que lo hacen sin cubre-bocas ni guardan la
sana distancia.
Los
que usan el cubre-bocas como hamaca para la papada. Aumentan los contagios,
aumenta el número de muertos y, “el pueblo bueno y sabio” ni es ni lo uno ni lo
otro... ya se ve.
La
gente no entiende; los hospitales se saturan y cómo vamos, al rato no habrá
cupo en los panteones.
Lástima
que así sea, lástima que la vida no se tome en serio, lástima que la ansiedad
de hoy, sea el luto de mañana.
Ahora
sí, las acciones gubernamentales debían ser drásticas y definitivas, ya no
porque se mueran los que se quieran morir, sino porque provocan problemas para
todos los demás; porque hay mil razones para arguir en contra de tanta
inconsciencia.
Algunos,
los menos, morirán por accidente; la mayoría morirán porque carecen de
entendimiento, cabeza, cerebro.
Se
morirán los tontos.