TORRE AZUL
Marcelo Torres Cofiño
Nuestra
democracia, nuestro mayor bien
Su consolidación ha costado el esfuerzo de muchos.
Sin embargo, sigue siendo muy vulnerable.
Bastaría con algunas malas decisiones para
destruirla por completo.
Lo acabamos de ver con lo sucedido en los Estados
Unidos; sólo el marco de un entramado institucional sólido pudo librar a
nuestra vecina nación de un auto golpe de estado.
Todos sabemos, por los distintos estudios que se
realizan al respecto, que existe un amplio sector de la población que está
inconforme con nuestra democracia.
Entendemos, además, que gran parte de la
insatisfacción de quienes dudan de ese sistema político tiene su origen en que
la posibilidad de elegir autoridades no ha mejorado sus condiciones de
vida.
La realidad es que se han equivocado quienes, a lo
largo del tiempo, han ofrecido dádivas en lugar de condiciones propicias para
las inversiones y el empleo; porque allí está la raíz de esa inconformidad.
Otra cosa que conocemos de los opositores a la
democracia es su molestia con los partidos políticos a los que culpan por la
corrupción y los malos manejos.
Aunque esa percepción sea normal debido a que,
aquellos que pertenecemos a esas organizaciones políticas, solemos recalcar lo
malo de nuestros adversarios en nuestros discursos, fomentando con eso la
percepción de que todo está muy mal; y no siempre ha sido así.
Pero, a pesar de las muchas inconveniencias, la
democracia es un bien que estamos obligados a preservar.
Simplemente pensemos en el peor gobernante que haya
tenido México y hagamos un ejercicio de imaginación: ¿qué habría ocurrido si,
en lugar de haber concluido su periodo, allí estuviera, todavía gobernando?
No podemos tapar el sol con un dedo y decir que
todo ha sido perfecto. Hay, sin duda, grandes problemas con nuestras
instituciones que debemos solucionar.
Pero destruirlas no es opción.
Pero destruirlas no es opción.
Cada organismo público que se desaparece nos acerca a vivir bajo una dictadura. Y allí sí que nos íbamos a lamentar por no haber valorado de manera justa lo mucho que sí habíamos logrado.