Maradona
Miguel Ayax González
HubbardPeriódico 4º. Poder
Sí, claro, fue un futbolista excepcional y a partir de hoy, una leyenda.
Surgió como muchos deportistas destacados de barrios pobres, sin progreso, prácticamente y tradicionalmente abandonados.
El hambre física,
de superación, de fama y riqueza los obligan a esforzarse de manera
extraordinaria, a sobresalir por encima de otros y él, Diego Armando Maradona,
comenzó a jugar como profesional a los 16 años.
Bajo de estatura
pero robusto, gano popularidad, descolló en el arte de las patadas y fue el
héroe indiscutido para que Argentina, su país, obtuviera el campeonato mundial
de fútbol.
Fue más que un
excelente deportista un héroe nacional de su país, recibió reconocimiento
mundial y muchos, sobre todo los más jóvenes lo consideran el mejor jugador en
la historia del balompié.
Otros seguimos
creyendo que Edson Arantes do Nascimento “Pelé” sigue siendo como alguna vez se
le reconoció dentro del fútbol: El rey.
Desafortunadamente
como les ocurre a muchos atletas, deportistas (y para muestra infinidad de
boxeadores mexicanos) el dinero, la fama, los excesos y los interesados amigos
los llevan por el mal camino, les proporcionan drogas, los roban y los
convierten en guiñapos que los hacen también perder a sus familias.
Maradona murió viviendo
en casa de renta; alejado de sus hijos, sin duda presa todavía de los
estupefacientes aunque nadie le resta méritos por haber sido un referente en el
deporte por el que vivió.
Sin embargo,
personalmente me parece exagerado que un periodista, Marcelo Luis Ojeda, sin
duda su fan y argentino, dijo que en ese país había “una sensación de orfandad”
y ello es porque todos tendemos a buscar guías, hombres probos y ejemplares y,
como en política hay pocos, los deportistas como en este caso, sirven para convertirlos
-falsamente- en prohombres.
“La mano de Dios...” jajaja, ¡mano Sí!, pero nomás mano
“La mano de Dios...” jajaja, ¡mano Sí!, pero nomás mano