El feminismo
Miguel Ayax
González HubbardPeriódico 4º. Poder
“Nunca creí que una de huaraches me viniera a taconear”.
Decir “mi vieja”, aunque fuera con todo el cariño por delante.
“La
que vaya creciendo que deje de ser criatura...”
Éstas
frases y otras que hace cincuenta o sesenta años a nadie molestaban, hoy, con
el feminismo y el pretendido empoderamiento de las mujeres, resultan
inaceptables.
Inaceptables
resultan también infinidad de canciones rancheras donde se habla de las mujeres
como “potrancas” y incluso en el rock cantar “Popotitos” de Enrique Guzmán
sería un atentado contra la dignidad... según las feministas.
Ahora se asustan por todo; por todo se enojan y para algunos como yo que hace rato pasé la cincuentena de años, me resulta curioso y hasta inútil tanto tikismikis (si así se dice).
Ahora se asustan por todo; por todo se enojan y para algunos como yo que hace rato pasé la cincuentena de años, me resulta curioso y hasta inútil tanto tikismikis (si así se dice).
El
respeto a la mujer es necesario, imprescindible; todos venimos de una mujer;
muchos tenemos tías, hermanas o hijas, además de la mujer que siempre nos
acompaña y que queremos... y vemos cómo trabaja y que es cariñosa con quienes
la rodean: hijos, nietos, amistades.
El
feminismo creo, está mal llevado, sobre todo por las feministas; las que
agreden, destruyen, insultan, incendian.
Y
no me asusto por cualquier cosa; en mis tiempos al que tenía estrabismo le
decían bizco, al bajito de estatura chaparro y al enano, pues así: enano.
Los
apodos o sobrenombres eran para todos, hombres y mujeres, que si se llamaba
Rosita, a lo mejor le decían “prieta”; a la blanquita, llamárase como se
llamara “la güera”, al moreno, negro... y creo que estaba bien porque ahora,
llámense como se llamen hombres y mujeres todos tienen el apodo de “güey”