“Le traigo ganas…”
Periódico 4º. Poder (Facebook)
El traerle ganas a alguien, cuando es hombre, por
lo regular se está refiriendo a una mujer que no le da entrada, acceso, que se
porta si no de forma altanera, cuando menos indiferente.
Igual cuando una muchacha platica con una amiga y
se refiere al joven de sus sueños, las más de las veces enamorada del sueño y
no del joven adolescente que tiene y después se da uno cuenta, muchos defectos.
Pero cuando un hombre le dice a otro “le traigo
ganas a fulano…” ya se sabe que no es para buscar su amistad, sino para
buscarle pleito metiéndose en dificultades que nadie sabe
cómo acabarán.
cómo acabarán.
Todo esto les digo porque tradicionalmente los
hombres culpamos a la política, a la religión o a las mujeres de las disputas en las que participamos y la realidad, es que
ni política, ni religión y mucho menos las mujeres, son motivo de las
diferencias masculinas.
A veces es porque envidiamos la popularidad, el
desenvolvimiento del que “nos cae gordo”; a veces porque cuando andamos a pie o en autobús, al “que le traemos ganas” sus padres
le compraron un carro o le dan dinero que creemos en exceso y nosotros tenemos que andar viendo de dónde lo sacamos.
le compraron un carro o le dan dinero que creemos en exceso y nosotros tenemos que andar viendo de dónde lo sacamos.
El asunto es que eso de “le traigo ganas a fulano”
no es privativo de jóvenes; también entre adultos hay envidias, celos,
pretextos que consideramos válidos para ver mal al que de
entrada nos es antipático.
entrada nos es antipático.
Y es muy fácil acusar a otros para traerlos de
excusa a fin de darle de trompadas al que nos cae mal.
Antes los “mochos” y los anticlericales tenían
motivos de sobra para pelear; aunque muchos no lo sepan, a veces esas
discusiones motivaron también la guerra cristera en los tiempos de Plutarco
Elías Calles que mandó cerrar iglesias y perseguir a los sacerdotes.
Ahora López Obrador, su 4 T y la llegada al poder
de los “chairos” es también causa de pleitos entre amigos y familiares y a
veces indebidamente las oposiciones llegan a tanto que luego hay que andarse
disculpando por nuestro inmaduro proceder o por el arranque violento que
tuvimos.
Por eso es mejor tener paciencia; buscar temas que
no provoquen resquemores y que sirvan para pretexto para dar y recibir
guantadas y menos de gente que, al final, queremos
