TORRE AZUL
Apostemos a la austeridad
Marcelo Torres Cofiño
Es imposible negar la necesidad de un uso cada vez más
eficiente de los recursos. Tal realidad no sólo atañe al gobierno sino a todos
los ámbitos del quehacer humano. Tenemos una responsabilidad para con el
planeta y la totalidad de los seres que la habitan a la que no podemos
renunciar, por eso no podemos seguir permitiendo que se derrochen recursos.
Cumplir con los deberes con la menor cantidad posible de recursos es un deber
de todos.
Sin embargo, como sucede con casi todo lo humano, el bien que
supone la austeridad se puede pervertir para convertirse en un discurso
mentido, que lejos de procurar la eficiencia intente el control político y el
abuso del poder. Los autócratas también se pueden disfrazar de austeros para
colonizar y doblegar voluntades, privilegiándose a sí mismos en perjuicio de
los demás.
Para prevenir que tal cosa suceda es necesario establecer
criterios claros, ampliamente conocidos y comprendidos, para garantizar que la
asignación de recursos no es discrecional sino apegada a una racionalidad
acordada que establece su fundamento en el bienestar generalizado. Cada
ciudadano interesado debe poder identificar cada atributo que conforma la
austeridad con la misma precisión con la que define para sí y para los demás el
día o la noche.
Sin la existencia de parámetros precisos que permitan
distinguir qué es austero y qué no, es muy difícil impedir que se abuse del
poder castigando, a través de los recortes presupuestales, a quienes, por ejemplo,
no comparten una idea política o un proyecto de nación. Nada bueno hay para un
país ávido de prosperar si quienes están al frente del poder no utilizan las
herramientas disponibles para procurar ese progreso.
Si existe una intención auténtica de construir una política
de austeridad para México, urge que se definan los criterios que orienten la
asignación y empleo de los recursos públicos. Sin esos parámetros sólo existen
discursos vacíos. Si, además, lo que observamos son subejercicios, compras sin
licitación y gastos poco prioritarios, entonces, lo que tenemos es mera
simulación. Apostemos, pues, a la verdadera austeridad.
@marcelotorresc