Feminicidios, acoso y agresión sexual, maltrato,
golpes y discriminación sufren hoy las mujeres en México y el mundo entero.
Claro, los responsables directos son los hombres,
hombres intolerantes, hombres iracundos, frustrados, con traumas, nuevos o
viejos, quizás provocadas por el abandono, la falta de dirección y apoyo; es
decir por las mismas causas por las que ahora se les acusa.
¿Alguien que tenga más de cincuenta años recuerda
esos altos índices de agresión contra las mujeres?
¿No se sabía de manera inmediata y cercana que
mujer era maltratada... sin duda por su borracho marido?.
Y eso era porque la vida se hacía de manera
diferente a la de hoy en día. Tanto el hombre como la mujer tenían bien
definidos sus roles familiares: uno era principalmente proveedor y el otro
permanecía en su casa, atendiéndola como atendía de tiempo completo el cuidado
de los hijos.
Y éstos eran -normalmente- de cinco o seis por
hogar; porque no habían tantos y tan diversos anticonceptivos y mucho menos los
anhelos, por parte de las señoras, de tener otro empleo, de “realizarse” como
mujer, profesionista, empoderada, exitosa.
Quienes hemos llegado a la tercera edad recordamos
a las mamás de nuestros amigos, vecinos y compañeros de escuela con cariño, con
reconocimiento por el trato amable que nos brindaban, por las atenciones y
seguridad que nos daban cuando íbamos de visita.
Ahora las mujeres no tienen tiempo para nada, están
buscando un trabajo o desempeñándolo, siempre ocupadas, siempre tratando de ser
igual que los hombres y algunas sí los han igualado pero en irse a las
cantinas, hablar como o peor que carretoneros, meterse a la política... donde
han imitado muy bien los malos ejemplos varoniles y, lógicamente descuidando a
los hijos.
Se me tachará de misógino y machista y los
pensamientos de algunas mujeres reprobarán con acritud lo que digo pero si lo
hacen, quizás todavía tengan tiempo de leerme y de que les interese esta
cuestión que ha cambiado la vida de todos en los últimos cuarenta o cincuenta
años.
Razones tendrán para pensar de una u otra forma
pero ¿no fueron felices en su sencilla o difícil infancia?
¿No se divertían y aprendían mas jugando “a la
vuelta de la esquina” que ahora con vidas tan saturadas de actividades?
El mundo, nuestro mundo era otro, tal vez con
carencias económicas pero sin duda, más sencillo, más solidario y menos, mucho
menos demandante.