¿Maestro, presidente o mesías?
Periódico 4º. Poder
(Facebook?
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¿Maestro, presidente o mesías? Habla de tiempos
precolombinos, de la Conquista, de la Independencia, la Reforma y la Revolución
y de hechos de la actualidad... y no es historiador.
Da consejos de ejercicios físicos, sobre
alimentación sana y de las ventajas de una comida adecuada, equilibrada en
cuanto a la ingesta de carbohidratos, vitaminas, proteínas y otras
sustancias... y no es ni instructor físico ni dietista.
Da cátedra sobre democracia, elecciones, cuestiones
de todo tipo electoral, incluyendo estrategias, trampas y triunfos... y no es
ninguno de los consejeros del INE (Instituto Nacional Electoral).
Divierte y cuenta chascarrillos, hace reír a su
audiencia; lo hace sutilmente y sin majaderías... y no es comediante.
Lleva varios libros escritos que llama al interés
de muchos y, claro, no se siente García Márquez, ni León Portilla ni ningún
otro escritor de relevancia internacional... ni nacional.
Diserta sobre la profundidad del pensamiento; de
las cualidades y defectos humanas, de la moralidad... y no es filósofo ni
sacerdote.
Pero a veces, toma la tribuna (de pie y al parecer
sin cansarse) para enseñar los más variados temas.
Es el presidente de la república Andrés Manuel
López Obrador quien sustituyó al presidente más inculto, falso y banal de
cuantos han ocupado el honroso cargo de dirigir los destinos de la patria.
Y este lo hizo tan mal que provocó un cambio de
sistema y de gobierno que ahora muchos de sus amigos y cómplices están presos o
son prófugos de la justicia.
Por ello López Obrador debía demostrar (como él
mismo lo dice) no ser iguales.
El presidente goza enseñar y más cuando lo hace en
las conferencias mañaneras donde los pocos “alumnos” tienen la opción de dos o
tres preguntas.
Lo malo, creo, es que comience a confundir la
tribuna con el púlpito; llamar a Jesucristo Jesús Cristo es lo de menos y si en
otras cuestiones “tiene otros datos” y en la de inseguridad se le hace bolas el
engrudo, meterse a la religión, es un tema en donde jamás saldrá vencedor.
Menos, mucho menos cuando pretende compararse con
Jesucristo al defender a los humildes, a los pobres.
Hecha está la advertencia