Cierran sucursales, obligan a los cuenta-habientes a estar a la intemperie sin importar que haga frío congelante o calor derritiente.
Despide a funcionarios y trabajadores; obliga a los
pocos que conserva a trabajar largas jornadas y más que ello, intensas, tan
intensas que los pobres ejecutivos, hombres y mujeres, tienen que atender el
teléfono, a quienes abren o cierran cuentas; ser el enlace en llamadas
telefónicas casi imposibles de realizar por cualquier mortal que no esté debidamente
preparado para sortear mil y un vericuetos y enlaces, además de
cuestionamientos que se hacen para verificar que quien esté tratando cualquier
asunto sea en realidad quien dice ser.
Trabajos por lo regular mal pagados, de mucha
exigencia y más responsabilidad donde no puede faltar ni sobrar un peso porque
las cuentas tienen que ser precisas y convincentes, sobre todo para los dueños
de los bancos que no llenan de cobrar por todo y que ahora, con la creación de
los bancos del Bienestar, están muy molestos con el gobierno federal con el que
no quieren confrontarse y por ello se desquitan con los que en sus
instituciones tienen su dinero.
Bueno, excelente, sería que alguien con influencia
nacional levantara un boicot contra ésos a los que poco les importa la
comodidad de quienes los mantienen en sus vidas opulentas, cumpliéndose todos
sus caprichos y enriqueciéndose día con día.