Perdemos el
bono
Marcelo Torres
Cofiño
Estamos perdiendo el bono demográfico. Ese espacio
histórico en el que la población de entre 15 y 65 años supera en número a los
sectores dependientes (niños y personas jubiladas), comienza a desaparecer. Y
aunque nos queden algunas décadas para sacar provecho a esa oportunidad
poblacional, la realidad es que no estamos preparados para hacerlo, por muchas
razones que incluyen, aunque no en exclusiva, a las decisiones
gubernamentales.
gubernamentales.
El bono demográfico, en teoría, debería servir de
punto de apalancamiento para acelerar el crecimiento de nuestra economía. Como
sabemos, en los sexenios anteriores apenas se logró un incremento promedio del
PIB del 2% anual, a todas luces insuficiente. De manera lamentable, ahora, ni
eso tenemos.
Si bien nos va, el crecimiento promedio de nuestra
economía hacia el 2024, cuando termine la actual gestión, será de 0%. Es otra
manifestación de que estamos dejando pasar el bono.
Lo peor es que no hay políticas públicas destinadas
a aprovechar la ocasión demográfica. El Gobierno actual pretende que con becas
y otro tipo de dádivas se incentive el trabajo. Pero, para aprovechar el bono
económico México debería garantizar una educación de calidad, destinada a la
empleabilidad laboral.
Por supuesto que la enseñanza debe tener propósitos
que vayan más allá de lo relacionado con la capacitación profesional, pero sin
dotar de competencias laborales a los estudiantes se les condena a tener
dificultades para ganarse el sustento. Y como decía Maslow, primero hay que
satisfacer las necesidades básicas antes de aspirar a aquellas de orden
superior
Sin embargo, hay quienes privilegian lo ideológico
sobre lo pragmático y prefieren seguir saturando a los estudiantes de
conocimientos inútiles antes de enseñarlos a hacer tareas que les permitan
desempeñarse de manera exitosa en el mercado laboral. Sin duda, después del
desarrollo de las capacidades técnicas, lo mejor, es que se cultiven las
habilidades empresariales, porque nada sería mejor para México que tener millones
de empresarios exitosos.
De acuerdo con los resultados del Censo 2020 del
Inegi, que fueron publicados de manera reciente, los mexicanos en promedio
tenemos casi 10 años de escolaridad; es decir, concluimos por lo menos hasta la
secundaria. Pero ¿qué en concreto sabemos hacer? ¿Somos capaces de realizar
distintos oficios, de esos que nos permitan ganar el dinero necesario para
cubrir nuestras necesidades o solo sabemos cosas escolares
No estoy diciendo que conocer las capitales de los
países de África sea algo inútil; lo que sí digo es que nadie, o casi nadie,
consigue su sustento respondiendo que la capital de la República del Congo es
Kinshasa. En cambio, he visto a varios cobrar bien por destapar una cañería
doméstica.
Tampoco afirmo que, entonces, todos deberían saber
de plomería. Pero sí, que al menos debería haber una amplia diversidad de
oficios de todo tipo, cuyo aprendizaje fuera válido como materias escolares.
Así, al tiempo que conocen de geografía adquieren la capacidad para trabajar.
De no haber ese tipo de cambios profundos en la
enseñanza mexicana, nada podremos hacer, de verdad, por aprovechar el bono
demográfico.