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Avisos y advertencias de las consecuencias se dan
todos los días, se informa en periódicos, radio y tele y aún así hay quienes no
entienden.
La boda en Torreón donde el número de invitados fue
de entre trescientos y trescientos cincuenta, según unas versiones y de casi
setecientos, según otras, pagan hoy las consecuencias -con un buen número de
contagiados, dicen que noventa- que se creyeron inmunes como Supermán o cuando
menos como Donald Trump, el presidente de Estados Unidos que dijo que ya era
inmune por haber salido de la peligrosa enfermedad.
Tontos, badulaques los contrayentes, más sus padres
que debían tener idea de lo peligroso que era reunir a tanta gente y tontos los
invitados que por asistir, por obligación o por gusto a “la gorra” que ahora,
enfermos, sufren dolores, tienen altas temperaturas y llevan el riesgo de
agravarse e incluso perder la vida.
Resulta, por otro lado, más que sospechoso que las
autoridades tan enérgicas y atentas a evitar festejos de gente de recursos
económicos normales, no se haya percatado del tumultuario y escandaloso
jolgorio en área tan cercana al centro de Torreón.
Aquí sí que cabe perfectamente el refrán preventivo
que afirma: en su salud lo hallarán... y en su salud lo hallaron.