Se esfuman los campesinos; el campo abandonado
Los campesinos, los
pobres de siempre
sinbozal
Torreón, Coahuila.- Poco a poco se fueron acabando los ejidos en este municipio y los que
quedan no tienen respaldo; ofrecen apoyo al campo donde no hay ejidatarios y en
la Laguna está en riesgo el abastecimiento del agua por la sobre explotación de
los mantos acuíferos.
Jesús Montes Rodríguez, originario del poblado San Miguel, deambula por
las ciudades de la región en busca de trabajo, de lo que sea, que es difícil
encontrarlo a sus 65 años edad.
En este lugar ya no tiene oportunidad de ocupación, pues prácticamente
desaparecieron las actividades agrícolas.
En la realidad ya no existe el ejido, solo de membrete, pues en su
mayoría lo ocupan gente que proviene de otras comunidades rurales solo para
vivir en terrenos baratos y no para dedicarse a la labrar la tierra.
El Ejido San Miguel, ubicado en el municipio de Matamoros, Coahuila que
colinda con el de Torreón, en los años 60s, era uno de los más productivos de la
Comarca Lagunera, con abundante producción de algodón por hectárea, pero ahora
solo quedan los recuerdos, dijo.
Todavía en 1965 trabajaban a través de un sistema colectivo que
garantizaban los cultivos y su comercialización, pero todo se derrumbó cuando surgieron
las centrales campesinas, como la CNC, que desplazaron a su organización.
Ahora, dijo, ya del ejido queda poco o nada, pues la mayoría de sus
habitantes se fueron a otras zonas del país, inclusive del extranjero en busca
de mejores alternativas de vida.
Con las reformas al artículo 27 Constitucional de 1992, paulatinamente
han ido desapareciendo los ejidos en este municipio, y sus amplias áreas ahora
son ocupadas por extensos fraccionamientos habitacionales.
Esas reformas solo vinieron a legitimar las rentas y ventas de tierra y
agua que eran propiedad de los ejidatarios.
En ese año, el municipio de Torreón tenía 38 ejidos y a la fecha no
queda ninguno, o casi ninguno, porque las superficies ejidales están vendidas
como son La Perla, La Joya, San Antonio de los Bravos, Nueva California, entre
otras, que fueron absorbidas por la zona urbana.
Todas estas áreas, que fueron ejidos, ya están urbanizados y son
reservas de especuladores en la comercialización de este tipo de terrenos.
Si acaso se les llama ejidos, es con el fin de aprovecharlos en los discursos
populistas, sobre todo en etapas electorales, aunque bien se sabe que en este
municipio tampoco existe el voto verde, que comúnmente se le llamaba al
sufragio de los hombres del campo.
Aun cuando ya no existen estas comunidades rurales, se siguen destinando
grandes cantidades de recursos públicos para programas rurales que
supuestamente se aplican en ejidos que ya no existen. “Nada más se utilizan
como botín político”,
Esas zonas del campo de Torreón, se convirtieron en colonias y
fraccionamientos, que las acapararon los grandes constructores de viviendas y
otro tipo de inmuebles.
Con las transacciones de venta de tierras ejidales, se ha
enriquecido la fauna de “coyotes” –intermediarios--, en su mayoría protegidos
por las autoridades municipales y estatales.
El gran negocio lo han hecho contactando a los ejidatarios vendedores
con los compradores, que regularmente son grandes fraccionadores, comenta con
desilusión.
Definitivamente la categoría de ejido debería de desparecer del
discurso, porque ya no existe, cuando menos en el municipio de Torreón.
Datos conservadores revelan que anualmente se extraen alrededor de mil
200 millones de metros cúbicos por aproximadamente el 50% de recarga.
Por lo anterior, es necesario buscar alternativas que conlleven a
erradicar el riesgo de mermar el abastecimiento del vital líquido en la Comarca
Lagunera.
El campo se encuentra en el abandono, porque a sus habitantes los ven
como mercancía y botín electoral.
Las promesas para vitalizar al medio rural están cobijadas por la
demagogia, pues los ofrecimientos de apoyo los hacen donde ya no hay
ejidatarios, como en Torreón, donde los ejidos ya fueron absorbidos por la
mancha urbana.