Que las
empresas ganen lo razonable
Marcelo Torres
Cofiño
Allí la nueva ocurrencia de López Obrador. La
pregunta se vuelve inevitable: ¿qué es lo razonable? ¿lo que al Presidente se
le antoje? El dato sería interesante para conocer desde qué óptica percibe la
realidad el Presidente que tiene el récord de la peor caída trimestral del PIB
(y allí sí que tuvo razón: ya hizo historia).
Suponemos que las más de 65 mil adjudicaciones
directas que ha realizado su Gobierno han sido concedidas a empresas que ganan “lo
razonable”. Un ejemplo son los cubrebocas KN95 que costaron hasta 14 veces más
que el precio al que los vende la empresa que los fabrica. ¿Eso es lo
razonable?
Hemos de imaginar que la decisión de otorgar 561
contratos a empresas de reciente creación, mismos que alcanzan un monto de 366
millones de pesos, se debió a que se trata de negocios con “ganancias
razonables”.
Por ejemplo, la empresa del sector de limpieza que
a los 11 días de ser creada recibió de parte de la Secretaría del Trabajo dos
contratos por 85 mil pesos. Seguramente se optó por sus servicios porque sus
propietarias no iban a “ganar más de la cuenta” o ¿alguien lo duda?
La fábrica de cerveza y de chocolates que permiten
los lujos que los hijos del Presidente ventilan sin mucho pudor en las redes
sociales es, con absoluta certeza, una empresa en la que la ganancia es
completamente razonable.
¿Son ellos el ejemplo que deben seguir el resto de
los empresarios en México? ¿O tal vez el ejemplo lo ofrezca Alfonso Romo quien,
oculto tras las sombras de Palacio Nacional, hace y deshace a su conveniencia y
la de sus negocios? ¿O serán Riobóo o Salinas Pliego los que, a juicio del
Presidente, ganan de manera razonable?
El problema de fondo es la gran hipocresía y la
enorme deshonestidad del Presidente. Por un lado, lanza su discurso izquierdoso
para justificar la falta de apoyo a las empresas mexicanas, cuyos problemas
económicos motivados por la pandemia ya costaron un millón 100 mil empleos
formales; pero, por el otro, sigue otorgándole contratos a sus cuates y lo hace
cada vez con mayor descaro.
Lo que ha frenado el crecimiento de México no ha
sido, como tanto ha pregonado López Obrador, el modelo económico, sino el
establecimiento de un capitalismo de cuates. De ese no habla el Presidente
porque con él no solo continúa sino que se profundiza. Como sus antecesores,
AMLO tiene sus favoritas; solo que los anteriores procuraron mecanismos para
emparejar un poco el suelo.
Por eso, aunque pobre, hubo crecimiento.
López Obrador nada más cuida de sus consentidas.
Eso marca una enorme diferencia que se ve reflejado en el desempeño de la
economía. Es totalmente cierto, la pandemia ha golpeado a todo el mundo, pero
en México hay claros factores internos que complican todavía más la situación.
Se la voy a voltear al Presidente, a ver si así
entiende: lo razonable es que las empresas ganen. Pero no solo por sus
propietarios, también por sus trabajadores y por el bienestar del país en
general. Deje de favorecer a sus cuates y ponga condiciones para que la competencia
sea realmente libre. El resultado lo va a sorprender.