TORRE AZUL
Esperando
Marcelo Torres Cofiño
López
Obrador demostró una vez más que su mirada está anclada en el pasado. Es como
la Penélope de la canción de Serrat: sus ojos están llenos de ayer y no le
permiten contemplar el mañana.
Durante
el discurso ofrecido con motivo de su encuentro con su homólogo estadounidense,
Donald Trump, el presidente afirmó que "México, tiene algo sumamente
valioso para hacer efectiva y potenciar la integración económica y comercial de
la región, me refiero a su joven, creativa y responsable fuerza laboral".
Lo que no logra observar es que en el futuro próximo la mano de obra dejará de
ser una ventaja competitiva relevante.
La
elevada tecnificación está deslocalizando a la fuerza laboral, sobre todo, en
la producción y comercialización de bienes y servicios de alto margen de
utilidad. A las empresas que han adoptado el desarrollo tecnológico como
estrategia central no les importa si sus empleados están en México o en
cualquier otra parte del mundo.
La
gran apuesta de nuestro país debería ser la ciencia y la tecnología, esas que
tanto desprecia. Hoy tendría que estar ocurriendo en México una gran revolución
educativa, pensada no en crear mano de obra sino desarrolladores tecnológicos.
El
progreso de nuestra nación reclama el abandono de la dependencia tecnológica
para diseñar y desarrollar nuestras propias soluciones. Tiene razón el
presidente: las y los mexicanos somos creativos y responsables, pero esas
cualidades deben aplicarse cada vez con mayor fuerza en proyectos propios.
El
T-MEC será aprovechado al máximo por quienes logren fortalecer su industria
tecnológica y den sustento científico a sus procesos. El nuevo tratado está
claramente diseñado para que esos sean los factores diferenciadores, no sólo
porque los estadounidenses ya no quieren perder más fuentes laborales, sino
porque entienden hacia dónde va el mundo.
Las
empresas más ricas del orbe ya no son las productoras de bienes duraderos, sino
las desarrolladoras de las tecnologías que empleamos en la cotidianidad. Hacia
allá está el futuro que el presidente no reconoce y que por lo tanto no busca.
Es la prosperidad que jamás alcanzaremos si permanecemos sentados en la
estación, esperando.
@marcelotorresc