Solo no
puede, señor Presidente
Marcelo Torres Cofiño
Cada mañana, el Presidente está ante la oportunidad
de reconocer que su gestión está arrojando los peores resultados de toda la
historia; pero prefiere guardar silencio. Al hacerlo, pierde también la ocasión
para invitarnos a ser partícipes de la solución de los problemas.
Por supuesto, las dificultades que estamos
enfrentando tienen raíces profundamente históricas. Pero su terca aspiración a
aparecer en los libros de historia como el único y verdadero salvador de la
patria, nos está arrastrando hacia el abismo.
En seguridad, por ejemplo, los primeros 18 meses de
4T significaron 53 mil 628 personas asesinadas; más o menos el doble de las que
hubo en el primer año y medio de la gestión de Calderón y 55% por encima de las
que hubo con Peña.
La pandemia contribuyó un poco a frenar el
crecimiento de los homicidios dolosos, pero una de las pocas cosas que se
sostienen con la “nueva normalidad” es la violencia. ¿No era momento de
convocar a todas las fuerzas políticas del país para atender ese gravísimo
problema? ¿Quién se negaría a colaborar ante un llamado de esa
naturaleza?
Preocupa muchísimo el tema de la violencia contra
las mujeres. Más de 5 mil 800 feminicidios, así como el incremento de las
llamadas de auxilio por los ataques que sufren en sus hogares, deberían ser
motivo suficiente para invitar a los distintos liderazgos del país, en
particular de las organizaciones de mujeres, a llevar al cabo una gran cruzada
nacional. Pero, a pesar del evidente apoyo de muchos de esos grupos hacia el
Presidente, este no solo no las convoca, sino que sistemáticamente niega el
problema y mira con desdén sus demandas y exigencias.
En economía, la cada vez más pronunciada caída del
PIB, que será con toda seguridad una de las peores de la historia, y la pérdida
de, ya, más de un millón 100 mil plazas laborales y el cierre de miles de micro
y pequeñas empresas ¿no tendrían que ser motivo suficiente para reunir a todos
los liderazgos empresariales, sindicales y académicos del país para generar una
gran alianza en pro de la recuperación y el empleo? ¿No sería esa la postura
más sensata y la más propia de un auténtico estadista?
¡Qué bueno que ya tenemos tratado con nuestros
socios comerciales del norte de América! Pero ¿qué no es tiempo de buscar
acrecentar la confianza de los inversionistas? ¿No deberían mandarse las
señales adecuadas? Entonces, ¿por qué se tumban de manera indiscriminada
oportunidades para la atracción de capitales frescos al país? ¿Qué visión
domina en el ánimo del Presidente que lo lleva a destruir posibilidades de
inversión en el momento más difícil de la historia del país y, tal vez, del
mundo en general?
¿Y qué decir de los problemas con el sistema de
salud pública que se han agravado a la “n” potencia por la pandemia? ¿No
merecíamos los mexicanos un gran pacto nacional por la salud?
¿Por qué el Presidente prefiere que se sostenga un
engaño antes de reconocer que la pandemia nos está ganando al arrebatar la vida
de ya casi 40 mil compatriotas? Solo no puede, señor Presidente. ¿Cuántos
muertos más necesita para darse cuenta? ¿Qué le debe pasar a la economía?
¿Cuántos más deben caer en la pobreza? ¿Cuántos más se necesitan contagiar?