El orgullo de
Coahuila
Marcelo Torres
Cofiño
Se equivocan quienes suponen que en México se está
erigiendo un régimen presidencialista. Lo que están construyendo cada vez con
mayor descaro, es un sistema personalista en el que lo único que importa es
tener feliz al Presidente. Por eso los resultados son catastróficos.
Es claro que, bajo las reglas de juego vigentes, el
desastre de gestión federal nos arrastra a todos al abismo. Un gran estadista,
en estos momentos difíciles, hubiera sumado a la causa nacional, en torno suyo
si se quiere, a todos los liderazgos formales en el país, incluyendo
gobernadores, alcaldes, presidentes de los congresos, coordinadores de
bancadas, líderes empresariales y de la sociedad civil organizada.
Pero AMLO y su soberbia desbordante prefiere
quedarse solo.
Como resultado, hoy el país naufraga sin rumbo. No
se sabe cuándo se llegará al pico de la pandemia –cada semana nos dan nuevas
fechas– y tampoco se conoce el momento en que la crisis económica tocará fondo.
Pero comenzamos a ver las consecuencias. Además de
las afectaciones en materia de salud pública, que por supuesto son las más
preocupantes, está el impacto en la pérdida de miles de empleos y el recorte
presupuestal que en Coahuila puede llegar a los 3 mil millones de pesos.
¿El golpe podría ser menor? Por supuesto. Pero aquí
los caprichos del Presidente importan más. Las absurdas obras faraónicas
podrían haberse detenido, para atender las múltiples y crecientes necesidades
de la ciudadanía. Sin embargo, se impuso el enorme ego presidencial, ese que le
hace sentirse un prócer de la patria.
Hoy a algunos les gusta fantasear con un México que
solo existe en el discurso. Nadie desde la Presidencia nos había mentido tanto
y con tal descaro. Pero hay quienes insisten en una honestidad completamente
inexistente..
En Coahuila debemos luchar para que, con todo y las
circunstancias actuales y las heredadas, nos siga yendo lo mejor posible. Desde
el Congreso de la entidad hemos buscado construir en equipo, pensando en que
las cosas buenas se concreten, sin importar quién las logre hacer realidad.
No tenemos una situación perfecta, por supuesto,
pero sí la mejor que está en nuestras manos construir.
Hoy son múltiples las inquietudes ciudadanas que
han sido debidamente atendidas en el Congreso. Hemos buscado sumar en todos los
asuntos posibles. Es claro que todavía no nos ponemos de acuerdo con el tema de
la megadeuda que tanto nos indigna, pero eso no nos detiene para trabajar en
aquello que es de claro beneficio para la entidad.
Hemos concretado leyes y puntos de acuerdo que han
sido impulsados por grupos sociales que defienden ideologías distintas a la
nuestra; porque hemos sabido anteponer el bienestar de Coahuila.
Y ahora deberemos redoblar los esfuerzos porque la
única manera de impedir que el Gobierno federal nos arrastre al despeñadero es
a través de la construcción de acuerdos amplios que nos mantengan unidos a pesar
de nuestras diferencias.
Porque a diferencia de lo que ocurre a nivel
nacional, Coahuila no es más el estado de un solo individuo, como en tiempos de
los Moreira. Nuestro estado comienza a ser de todos. El orgullo de Coahuila
somos todas las y los coahuilenses.