Periódico 4º. Poder
Los cargos públicos, a veces, desquician a quienes
los ocupan.
Por ello hay tantas quejas, lamentos y
lamentaciones contra funcionarios públicos que, o pierden piso o se rodean de
colaboradores que están allí sólo para endulzarles el oído olvidando la
objetividad del para qué fueron contratados.
En México se vive una enconada polarización por la
forma que tiene el presidente para combatir la corrupción y lograr la
pretendida cuarta transformación.
No pocos gobernadores causan polémica con su
actuar; los rebeldes al gobierno federal que quieren otra distribución de los
impuestos; Bonilla, con su frustrada “ley” echada abajo por la Suprema Corte de
Justicia de la Nación y el de Puebla, Miguel Barbosa, “ave de tempestades” al
ser acusado -sin razón- de pretender privatizar la educación pública.
En nuestra región, la alcaldesa gomezpalatina
Marina Vitela también ha estado envuelta en la controversia.
Mucho la atacan sus adversarios por la manera en
que llegó a la alcaldía; por el número de familiares y allegados que tiene de
colaboradores y que cobran en la nómina; por tener -por ejemplo, en el Oficial
Mayor- a un misógino, despedido de la administración estatal por grosero,
machista, irresponsable, en fin, un sujeto impresentable que está allí por
quién sabe qué intereses.
Si a ello se agrega el: “las horas que usted quiera
señora presidenta” de algunos de sus colaboradores, la imagen de la funcionaria
queda mal parada.
Dar a conocer que: “Dona Marina Vitela terreno para
construir el Cuartel de la Guardia Nacional en la Laguna”, sería muy meritorio
si el terreno fuera de su propiedad.
Pero ¿lo es?
¿La alcaldesa es rica y dona terrenos suyos, como
lo hacía don Carlos Herrera que regaló espacios para universidades y
dependencias federales?
¿O sólo entregó terrenos municipales que ya
considera suyos?
Otra cosa es decir que “dispone” de esto o aquello
como alcaldesa, como dispuso una ayuda a una familia pobre y necesitada.
Si la señora Vitela ordena que se diga lo que no
es... malo; que sus colaboradores quieran hacerle lisonja con su actuar debido
y obligado... peor.
A menos que quienes así lo hacen la vean como una
heroína, Batichica o superpoderosa campeona de mil batallas, apreciaciones que
tampoco la benefician.