El valor de la industria de la construcción
Mercelo Torres Cofiño
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Pero ¿qué se puede esperar de alguien que toma
medidas basadas en la ignorancia, el odio y el resentimiento? Y es que, con
toda claridad, esos son los motores de la acción gubernamental que caracterizan
a la 4T. Y por desgracia para México, son todavía muchos los que creen que el
mal provocado por ese revanchismo infantil le ocasionará un beneficio al país.
Son muchísimos los trabajadores que en lugar de ver
mejorada su calidad de vida, están seriamente ante el peligro de perder lo poco
que tienen. Por ejemplo, con la necedad de que el Infonavit les otorgue
directamente un crédito para que ellos mismos construyan sus viviendas.
Como decía la semana pasada, es un mito sin ningún
sustento que las empresas dedicadas a la construcción de casas habitación ganen
el doble de lo que invierten. Menos todavía, porque levantar una vivienda no
solo implica la colocación de ladrillos, como aparentemente lo cree el
Presidente.
Parte importante del proceso de desarrollar
vivienda se la llevan los múltiples trámites que es necesario realizar por ley
para poder erigir una construcción.
Dejar a un ciudadano que no conoce de esos asuntos,
porque no es algo que se realice en la cotidianidad, es arrojarlo a la boca del
lobo; o, mejor dicho, de los coyotes, los cuales van a hacer su agosto gracias
al desconocimiento de quienes intenten construir su propia casa.
Pero, hay todavía un riesgo mayor. Y es que,
movidos algunos por su falta de pericia y otros más por su propensión a violar
las leyes, construirán sus viviendas de manera irregular lo que significa que
nadie supervisará la calidad ni la seguridad que está implícita. Y el
Infonavit, que ya de por sí se encuentra en una condición delicada por la
corrupción de décadas, no tendrá la garantía hipotecaria real por el monto del
crédito otorgado.
Hay que recordar aquí que el Instituto maneja los
recursos que provienen del ahorro de los trabajadores y las aportaciones de los
patrones. En la actualidad hay aproximadamente 300 mil millones de pesos que se
pueden perder si no hay modo de recuperar los créditos. Pero nada de esto es
considerado por el Presidente que solo tiene ante sus ojos su odio contra los
empresarios.
La entrega sin sentido de créditos para la propia
construcción solo generará mayor descomposición social, crecimiento urbano
desordenado, desempleo y mucha inseguridad para quienes habiten esas viviendas.
Además, está el peligro de que se acrecenté la corrupción en el Infonavit, cuya
colocación de créditos para el desarrollo de nuevas viviendas ha caído a
niveles de 2006.
El Presidente dice que no se necesita ser
economista para entender de economía. Tiene razón. La gran pregunta aquí es
¿qué lo incapacita a él, para entenderla siquiera un poco? Por ejemplo, ¿qué le
impide comprender el valor de la industria de la construcción?