El bien común ante el
coronavirus
Fernando Rangel de León

Para ello el Estado (en sus tres
ámbitos) lleva a cabo políticas públicas en las que le da más importancia a la
preservación de la salud y a la prevención de las enfermedades; pues le sale
más económico prevenirlas que lamentarlas; ya que carece de un sistema de salud
pública en el país capaz y suficiente para atender y sanar a los enfermos.
Pues todos juntos el IMSS, el
ISSSTE, la Secretaría de Salud (federal), el INSABI, las Secretarías de Salud
de los Estados, y todos los hospitales y clínicas públicas, son insuficientes
para cuidar la salud, sanar y arrancar de las manos de la muerte a la
población.
Por eso ante la pandemia el Estado
obliga a la población a quedarse en casa, usar cubre-bocas, guardar la sana
distancia; prohíbe andar en la calle sin necesidad, esto es, sin ir al doctor,
farmacia, asistir al trabajo, pagar el agua, la luz, bancos, tortillería,
tienda, proveerse de agua embotellada, lechería, panadería, etcétera; so pena
de amonestación, multa y detención
El Estado sabe que esas
prohibiciones atentan contra la libertad de tránsito, que es un derecho
natural, ahora llamado derecho humano; con el que el individuo nace, y no se lo
dá el Estado, sino que le es innato; y lo que hace es reconocerlo en la
Constitución; pero ahorita con el Coronavirus, está sacrificando un bien de
menor valor en aras de otro bien de mayor valor.
Por lo que el bien común, entendido
como el conjunto de condiciones necesarias para que los individuos y la
sociedad puedan tener un mejor nivel de vida, con la colaboración de todos,
debe utilizarlo el Estado como el conciliador de los intereses de los primeros
y de la última, buscando que el equilibrio sea lo más benéfico posible para
todos; pues lo ideal es tener salud con libertad.
Así entendido el problema es posible que todos contribuyamos a que juntos
hagamos frente y superemos al COVID-19; con la firme esperanza de que más
temprano que tarde, saldremos más fortalecidos que nunca, porque como dice el
refrán: “golpe que no tumba, fortalece”.