El problema
no existe, aunque exista
Marcelo Torres
Cofiño
Ocultar la verdad es propio de los malos gobiernos.
En México, desde todos los partidos han surgido mandatarios poco propensos a
informar con claridad a la ciudadanía, sobre todo, cuando hay malas nuevas
surgidas por decisiones equivocadas.
Es triste que se piense que hay que cuidar la
imagen propia en vez de aceptar los errores para corregirlos. Hay de casos a
casos, por supuesto. Pero, los peores son aquellos en los que, lo que se intenta
tapar es una perversidad.
En Coahuila, tenemos un ejemplo por demás
lamentable que nos ha marcado por el elevadísimo costo que representa. Se
trata, todos lo sabemos, de la megadeuda.
Desde que se comenzó a contratar, Humberto Moreira
y sus secuaces hicieron hasta lo imposible para ocultar los pasivos y las
condiciones en que estaban siendo adquiridos. La opacidad fue peor, todavía,
cuando además tuvieron el atrevimiento de emplear documentos apócrifos para endeudar
aún más a la entidad.
Es fecha que los ciudadanos de Coahuila estamos
esperando a que se aclare con toda precisión el destino de cada peso que fue
contratado. Sabemos que el Gobierno de Rubén Moreira no hizo nada más que
seguir ocultando la información para proteger a su hermano y ambos todavía tienen
las manos metidas en las instituciones que deberían, por ley, investigar a
quienes saquearon la entidad.
Sin embargo, la realidad no puede ocultarse por
siempre y tarde o temprano conoceremos el paradero de los miles de millones que
debemos varias generaciones de coahuilenses.
El actual Gobierno federal tiene, también, la
propensión a ocultar la realidad cuando esta no le resulta conveniente. Hace un
año, aproximadamente, éramos testigos de la escasez de combustibles en
distintos estados de la República como consecuencia de la fallida estrategia
contra el “huachicoleo”.
Por semanas, sin embargo, se negó que la situación
fuera delicada hasta que ya no pudieron seguir con sus mentiras y tuvieron que
reconocer que, efectivamente, estaban escasas las gasolinas.
Algo similar está sucediendo actualmente con las
medicinas. A pesar de la evidente falta de fármacos en el sector público de
Salud, que incluso ya está suscitando amparos promovidos por ciudadanos
afectados, el Gobierno federal sigue ocultando el problema y tratando de
minimizar sus consecuencias.
Estamos hablando de vidas humanas puestas en riesgo
por decisiones erradas de quienes dirigen los destinos de la nación. Pero,
callan y pretenden no ver el problema.
La realidad es que hay pacientes de enfermedades
graves que están muriendo en el país por la falta de medicinas. La realidad es
que el cambio del modelo de adquisiciones a un sistema de compras consolidadas
está ocasionando que falten los fármacos, porque las autoridades no previeron
que las maneras de operar de la industria farmacéutica no encajaban en ese
sistema, por sus capacidades de producción y la caducidad de los medicamentos.
Pero, el problema es que no se pueden buscar
soluciones a problemas que no se reconocen. Ojalá y que todos estuviéramos
abocados en hallar la manera de atender la coyuntura actual, pero no podemos,
porque resulta que ellos tienen otros datos y que el problema, simplemente, no
existe, aunque exista