Centro de Dignificación Humana
Periódico
4º. Poder
Luis Villagrán, activista social y protector de los migrantes
provenientes de Centro y Sudamérica lucha y pelea porque los migrantes que
llegan a nuestro país sean mejor recibidos y atendidos.
Tiene una disputa permanente con las autoridades del Instituto Nacional
de Migración, habla de dignidad, dice que la migración no son caravanas como se
les ha denominado, que son éxodos de muerte, marchas obligadas por el temor al
peligro y a la delincuencia porque si en los países expulsores de personas los
jóvenes no pertenecen a una pandilla, deben de pertenecer a otras para tener
cierta seguridad.
Dice lo que todos sabemos: salen de sus países obligados por el hambre,
por el temor de ser asesinados, extorsionados, secuestrados o cuando menos,
robados.
El señor Villagrán habla de la falta de conocimiento de los funcionarios
mexicanos responsables de la inmigración y se queja de agresiones contra
quienes quieren pasar por México.
Él como muchos otros critica también al gobierno que se somete a los
deseos de Estados Unidos y en especial a los del presidente Donald Trump
frenando en nuestra frontera sur lo que los gringos no quieren ver en la suya.
Sin embargo, o ese señor no sabe cómo se les gastan nuestros vecinos
para salirse con la suya o de plano es ignorante del grado de sumisión en que
estamos -hoy y hace mucho- ante los poderosos del norte.
El presidente López Obrador dice simplonamente “amor y paz” cuando se le
cuestiona por qué no contesta las provocaciones y pudiendo decir que mediante
las remesas Estados Unidos nos mantiene, prefiere cerrar la boca.
Y hace bien; hubo una señora que decía que se puede ser muy moral y muy
decente... hasta que aprieta el hambre.
Allí se pierde la dignidad y la decencia y quizás López Obrador no
quiera un pueblo hambreado, más inseguro y expulsando ciudadanos como los
países del sur.