Para que haya medicinas
¿Qué podemos hacer para solucionar el grave problema de desabasto de medicamentos en los hospitales públicos? Culpar a los gobiernos anteriores no resuelve nada. Decretar que la salud será universal y gratuita para todos por igual, no llena los estantes de las farmacias de las clínicas de las medicinas necesarias para atender a los pacientes. Urgen soluciones reales antes de que sigan muriendo más enfermos por la falta de fármacos.
La ocurrencia de que sea el personal médico y de enfermería
el que cubra con su sueldo los medicamentos es, además de insuficiente, injusta
e insultante. Supondría la exigencia de un sacrificio que difícilmente se
pueden permitir los trabajadores de la salud, cuyos sueldos, en la mayor parte
de los casos, apenas alcanzan para cubrir sus propias necesidades
Por eso debemos exigir que se termine con las mentiras en
torno al desabasto, vengan de donde vengan, y que se asuma con la debida
seriedad el problema. Desde la década pasada quedó claro que se requería una
política nacional que impulsara la fabricación, distribución y prescripción
racional de medicamentos en México.
Entonces se hicieron diversos trabajos de investigación que
demostraron que el desabasto –que en ese entonces no era tan grave como lo está
siendo en el presente– tenía diversos orígenes que iniciaban incluso en muchos
hogares, donde se acostumbra un uso indiscriminado de fármacos.
Pero también las malas prácticas provienen de los
profesionales de la salud. Es necesario reconocer que en nuestro país los
médicos no siempre recetan lo adecuado, a veces por la mala formación, pero
otras por razones menos nobles.
Como lo ha denunciado la Organización Mundial de la Salud,
muchos de los antibióticos que se prescriben no deberían haberse aplicado,
simplemente, porque no eran necesarios. Lo más grave, estamos creando
resistencia de los agentes patógenos, lo que para colmo, encarece los
tratamientos.
Por eso es urgente que se propicie un replanteamiento
profundo de la manera en que se asume la práctica del cuidado de la salud de
los mexicanos. Como lo indican las cifras, no somos precisamente los que
mejores hábitos tenemos en el mundo.
Allí reside una asignatura pendiente de las autoridades
educativas que deben incluir dentro de los saberes básicos una sólida formación
sobre la salud personal y de la familia. Disminuir el consumo innecesario de
fármacos no resuelve el problema, pero reduce las presiones al sistema de
salud. Además,
se trata de un esfuerzo que, en el mejor de los casos, ofrece
resultados en el mediano plazo. Por tanto, se deben implementar medidas
emergentes para garantizar el abasto de medicamentos, sobre todo, de aquellos
que atienden las enfermedades más graves. Y de manera muy especial, las que atacan
a los menores de edad.
Sé que en esto no van a estar de acuerdo, pero es necesario
decirlo: aquí la “austeridad” no tiene lugar. No podemos “ahorrar” a costa de
la vida y la salud, menos de los niños. Cada peso que se deja de ejercer porque
no se quiere “comprar caro”, o no se desea “beneficiar a la industria
farmacéutica” cuesta vidas. Si el cambio prometido es para la gente, entonces,
que se comience garantizando verdaderamente su salud. Que se haga lo posible,
para que haya medicinas.