Soliloquios
Periódico 4º Poder (Facebook)
·
Cuando nada hay que hacer la mente divaga sobre
todo y sobre nada en especial, cuando estamos pensando a la hora de dormir.
Luego de imaginar -como millones de mexicanos- que
haría si me sonriera la fortuna y me ganara el Melate o la lotería o cómo
actuaría de mejor manera que López Obrador para meter paz y orden a este mi
vapuleado país, los pensamientos me llevan a cosas mas sencillas y familiares
que se pueden adivinar de poca importancia.
Sin querer ser émulo de Carreño (el maestro de las
reglas de urbanidad), creo que los viejitos de mi edad seguimos prefiriendo la
pastilla a los dispensadores de jabón líquido.
Que no bastan tres sacudidas, ni cuatro para
quitarse todo el agua sobrante después de lavarse las manos porque, cosa
curiosa, la toalla siempre queda atrás del lavabo y al darse uno la vuelta,
salpicamos el piso.
También que al lavarse las manos debe uno hacerlo
por debajo del nivel del agujerito de escape líquido que tienen los lavabos
para no salpicar todo arriba incluyendo el espejo que está siempre allí para
hacernos ver cómo vamos cambiando el semblante pues si hace años nos veíamos y
pensábamos: no estoy tan tirado a la calle... ahora, con el ánimo caído y con
los problemas de la vida que antes ni conocíamos y ahora nos quitan el sueño,
creemos que ya casi ni calle tenemos.
De cualquier forma la mente es lo que menos tiene
(forma) y así seguimos pensando cosas sin importancia y ello sin llegar a los
recuerdos buenos y malos porque entonces sí, se acabó el tan necesario sueño
porque al día siguiente, en las conferencias de prensa nos da temor a hacer
preguntas que demuestren nuestra supina ignorancia y no queremos hacer el
ridículo.
Así es la mente: seria, luego juguetona, a veces
sarcástica, deprimente y atemorizante pero al final, optimista