Marcelo Torres Cofiño
El 98% de las empresas en México es micro, pequeña o mediana.
En su conjunto aportan 56% del PIB. Siete de cada 10 mexicanos con un empleo
formal labora para una Pymes. Y pese a su enorme importancia lo común es que se
les ofrezcan pocos apoyos. Además, se dictan algunas políticas públicas que
comprometen su existencia.
Los gobiernos suelen enfocarse en la atracción de los grandes
inversionistas a los que ofrecen todo tipo de incentivos. No es que esa
decisión esté equivocada. La llegada de grandes capitales suele beneficiar a
las Pymes, sobre todo cuando se desarrollan redes de proveeduría local.
No obstante, ese beneficio indirecto no es suficiente ante la
carga fiscal a la que son sometidas. Se trata de contribuyentes cautivos a los
que las autoridades mantienen muy vigilados y que, para colmo, suelen ser
también víctimas de la burocracia y en muchas ocasiones de la corrupción de
funcionarios de los tres niveles de Gobierno
No es de extrañar que la tasa de subsistencia de las Pymes en
México sea inferior a los 5 años. La poca capacidad que tiene este tipo de
empresas para afrontar ciertas exigencias de carácter legal las pone bajo
riesgo permanente.
No es extraño, por ejemplo, que por falta de un permiso o de
un trámite que desconocían o no supieron cómo concretar, reciban importantes
multas que no pueden ser solventadas. Así, se las orilla a cerrar con la
consecuente pérdida de empleo formal. Hay que reconocer que el Estado mexicano
a veces es más benigno con el que de plano está por fuera de la ley, en la
informalidad.
Esa condición de vulnerabilidad, que se refuerza con otros
factores de la vida interna de las Pymes, las hace también ser poco
susceptibles de acceder a los créditos que necesitan para fortalecer sus
finanzas y sus capacidades productivas. Y en raras ocasiones escuchamos que los
gobiernos destinen recursos para los negocios que ya se encuentran funcionando
y luchando por subsistir.
Es bueno, sin lugar a duda, que se fomente el emprendedurismo
entre los mexicanos; pero muchos de los programas diseñados para tal fin, por
su mal diseño de operación, terminan destinando recursos que se pierden, porque
los proyectos que se apoyan son débiles y el acompañamiento que se ofrece no
resulta eficaz para incubar las inversiones y hacerlas producir.
Alguna parte de esos recursos debería ir a parar, tal vez, a
empresas que ya han demostrado su viabilidad, para fortalecerlas y asegurar los
empleos que ya han sido capaces de crear. Pero, para las Pymes lo que comúnmente
hay son más impuestos y exigencias legales; casi nada más aparte de eso.
En el PAN estamos proponiendo que para impulsar el
crecimiento económico de México el actual Gobierno federal debe reducir las
tasas del ISR y del IVA; ampliar su capacidad para recaudar impuestos, e
incrementar la base de contribuyentes. Que haya más ingresos fiscales porque se
producen y comercializan más bienes y servicios en el país.
México necesita crecer y son las Pymes las que pueden lograr
que se cristalice el anhelo de alcanzar tasas de crecimiento superiores al 4
por ciento. Pero el Gobierno tiene que hacer su parte, de lo contrario,
seguiremos viendo los paupérrimos resultados hasta ahora entregados.