Tormenta perfecta para el sistema de salud
Marcelo Torres Cofiño
Sin importar nuestra filiación partidista todos los
coahuilenses deberíamos estar preocupados por la condición actual que guarda el
sistema de salud pública en la entidad, y en el país, por qué no, pues tenemos
la tormenta perfecta sobre nuestras cabezas.
Todos hemos sido testigos de cómo, por efecto de la
megadeuda, el Gobierno estatal ha visto reducida su capacidad para invertir en
infraestructura hospitalaria y para tener debidamente abastecidos los centros
de salud de medicamentos y materiales para realizar curaciones.
Una muestra es el Centro Oncológico de la Región Sureste,
obra que tiene desde abril de 2015 desarrollándose y que es fecha que sigue sin
operar.
Los Hospitales Generales de Saltillo, Torreón, Acuña y
Sabinas han reportado en distintos momentos carencias de instrumental médico
básico como guantes, batas o gasas; así como de medicamentos en sus farmacias.
Son evidentes los deterioros en la infraestructura de esos y
otros nosocomios en la entidad y todo eso se debe a la falta de recursos,
porque la megadeuda lo devora todo: más de 3 mil millones de pesos que
anualmente se van a ese barril sin fondo y es fecha que los principales
artífices de ese desfalco siguen en total impunidad.
A los problemas ocasionados por el endeudamiento hay que
agregar la corrupción, como la que quedó al descubierto en la Clínica 16 del
IMSS de la que se saqueaban medicamentos mediante el uso de recetas apócrifas.
Al respecto es necesario reconocer a quienes investigaron el
caso y le pusieron un alto. Así debería pasar con cada acto de corrupción en
México y en nuestro estado. Lastimosamente, parece que no se trata de un hecho
aislado; por el contrario es probable que en otras instituciones del sistema
público de salud, no sólo en el IMSS, haya prácticas similares en detrimento de
su patrimonio y de los pacientes que allí reciben atención.
Y si nada de lo anterior fuera suficiente, tenemos ahora la
política criminal de austeridad fingida, que ha recortado indiscriminadamente
los recursos que se destinan a salud –y a otros muchos rubros importantes–
afectando la atención de miles de pacientes en el país, como lo denunció de
manera valiente en su carta de renuncia a la Dirección del IMSS, Germán Martínez.
Como se sabe, la Secretaría de Hacienda tiene congelados 794
millones de pesos que deberían haber sido destinados a 26 instituciones de
salud en el país. Además, ordenó la reducción a la mitad de los gastos
destinados a personal y 30% de los gastos operativos. Para desgracia nuestra,
Coahuila se encuentra entre las 9 entidades más afectadas por los recortes que
no provienen de análisis alguno.
Lo peor de todo es que el único propósito que conduce esas
medidas absurdas es el de tener dinero para comprar votos a través de los
programas clientelares. Los recursos que reciben como ayudas los adultos
mayores o la gente en condición de pobreza, los pagan después con falta de
atención y medicamentos en su clínica.
Son igual de criminales que Duarte y sus quimioterapias
falsas. No hay diferencia de fondo.
Así, la suma de todas esas irresponsabilidades e
inmoralidades crea la tormenta perfecta para el sistema de salud en Coahuila.